El desamor tiende a magnificar los recuerdos, la recreación del tacto, los instantes felices. Pero no es un pretexto para sobrellevar el pasado, sino un mecanismo para aprender a convivir con el futuro.
La filosofía, a veces, nos ayuda a superar un abandono. Será un pretexto, pero me consuela pensar que para Heráclito, mañana ya no serás la misma mujer.
El amor es como un trayecto en tren, con sus estaciones y sus pasajeros. Sin embargo, la única certeza de ese viaje es que el conductor será el único que seguro llegará a la última parada.
Mientras te alejabas, te volviste media luna para decirme adiós. Pero yo ya no observaba tu cuerpo, ni el vaivén de tu mano. Observaba la interrogación del adverbio de tiempo que nos separaría.
El adiós se me clavó en el costado como un aguijón de tristeza. Desde entonces, ya no cuento las horas por minutos, sino por la distancia que nos separa.