Frases de amor

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Frases de amor
El amor debería ser como el sarampión: una vez pasado, tendríamos que estar inmunizados a sus efectos para el resto de la vida.
Las relaciones son como una Coca-Cola. Si no las saboreas y disfrutas en su momento, terminan perdiendo las burbujas y la fuerza.
No sé por qué dicen que se ama con el corazón. Yo sólo he amado con los ojos, con las manos y, en alguna que otra ocasión, con la cartera.
El silencio que precedió a la puerta que cerraste, se encalló en la habitación como la cicatriz en una herida.
No era el adiós, ni el vacío, ni el silencio que dejaste cuando te fuiste. Era el vértigo de aprender a convivir de nuevo con mi vida.
El desamor tiende a magnificar los recuerdos, la recreación del tacto, los instantes felices. Pero no es un pretexto para sobrellevar el pasado, sino un mecanismo para aprender a convivir con el futuro.
La filosofía, a veces, nos ayuda a superar un abandono. Será un pretexto, pero me consuela pensar que para Heráclito, mañana ya no serás la misma mujer.
Las rupturas son como las galletitas de la suerte. En su interior, todas albergan un plan o una moraleja.
He sufrido muchas veces el dolor de un adiós. Sin embargo, comprendí que todos eran hasta luegos cuando tú pronunciaste el tuyo.
Aunque tú no lo quieras, aunque te marches sin conciliar tu libertad con mi deseo, una parte de ti, ya por siempre, se quedará conmigo.
Cuando uno comprende que el amor es cuestión de batallas, empieza a contemplar la posibilidad de la derrota.
El amor es como un trayecto en tren, con sus estaciones y sus pasajeros. Sin embargo, la única certeza de ese viaje es que el conductor será el único que seguro llegará a la última parada.
Mientras te alejabas, te volviste media luna para decirme adiós. Pero yo ya no observaba tu cuerpo, ni el vaivén de tu mano. Observaba la interrogación del adverbio de tiempo que nos separaría.
El adiós se me clavó en el costado como un aguijón de tristeza. Desde entonces, ya no cuento las horas por minutos, sino por la distancia que nos separa.
Lo llaman celos, pero lo cierto es que es ese tamiz de angustia que nos paraliza ante la duda y la libertad.
Los celos suelen ser un pretexto de la inseguridad que albergamos en nosotros mismos.
Las mujeres son como las plantas de interior: necesitan el agua exacta, la luz precisa y muchas palabras dulces.
Puede que los hombres sean sencillos, pragmáticos, claros en el amor. Sin embargo, eso no significa que a una mujer le resulte fácil entenderlos.
Cuando uno lee y valora las estadísticas, pronto llega a la conclusión de que el matrimonio no lo inventó el Estado ni la Iglesia, sino los abogados.
Siempre tuve una visión pragmática del matrimonio, hasta que me divorcié y tuve que pagar tres coches, un psicólogo y dos hipotecas.
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