Los celos, cuyo objeto parece no ser otro que la persona amada, demuestran mejor que todas las demás pasiones, que no amamos a nadie más que a nosotros mismos.
No juegues a medir el amor de alguien por la capacidad de tener celos al verte con otra persona. Entre estirar la cuerda y romperla no hay mucho espacio.
Los celos son sólo la excusa del cobarde para no afrontar que no tiene miedo de perder a la persona amada, sólo de reconocer que se ha perdido así mismo.
Reconozco que cuando a veces estoy celoso, me reprimo, y no te digo nada...pero eres tan hermosa, tan llena de vida...tan tú...que me parece imposible no enamorarse de una persona así.
Sentí punzadas de dolor, sentí decepción, sentí la llegada del desamor, sentí que perdía la razón y con el paso de las horas supe que sólo eran celos, malditos celos.