Frases de amor

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Frases de amor
No me importa qué será de mi cuerpo cuando el tiempo y la vida lo envejezcan. Lo que me importa es saber que los ojos de tu amor lo seguirán mirando.
Todo lo que fui, viví o sentí antes de conocerte, fue, sin duda, un preámbulo absurdo al resto de mi vida.
Si tuviera que escoger entre la eternidad y el amor no sabría qué responder, porque en realidad los dos son la misma cosa.
Cuando dos seres que se aman están lejos, la distancia no la miden en kilómetros o en tiempo, sino en nostalgia.
Hay historias de amor que son y serán siempre más bonitas si nunca llegan a vivir más allá de los folios.
La mayor expresión de afecto no es un beso, una caricia o un abrazo, es esa extraña sensación de no poder vivir sin otro cuerpo.
Enamorarse no solo supone entregarse en cuerpo y alma al ser amado, sino aprender también el idioma de su cuerpo.
Encontrar el amor verdadero es como contratar un plan de pensiones: ambos tienen la facultad de liberarnos del miedo al futuro.
Si el amor es ciego, no comprendo por qué al conocer al amor de nuestra vida vemos de repente el futuro tan claro.  .
La primera mañana que amanecí junto a ti, me di cuenta de que había pasado toda la vida sin haberme despertado.
Echo de menos aquellos momentos en los que tus ojos jugaban a cruzarse furtivos con los míos; esos instantes en los que solo tu y yo sabíamos, que el juego terminaría en un te quiero.
Enamorarse de tu mejor amigo tiene una gran ventaja: al menos ya le has visto la cara nada más levantarse.
El primer amor suele nacer con una vocación secreta y silenciosa. Quizá, precisamente por eso, permanecerá siempre en la memoria.
Siendo una niña, el profesor me preguntó la tabla del dos y yo no supe más que escribir nuestros dos nombres en la pizarra.
Los amores de juventud suelen conocer la geografía de lo inhabitado: no hay ninguno que no haya buscado un parque, un portal vacío o un recóndito lugar donde esconderse.
Al amor adolescente suelen dársele mejor la lengua, la química y la biología que las matemáticas. .
Cuando pienso en mi primer amor no pienso en un cuerpo, sino en aquella caligráfica obsesión de escribir tu nombre en todos lados.
Desde que me enamoré de ti, todas las mariposas y las luciérnagas del mundo se mudaron a vivir a mi estómago.
Desde que te conocí, mis días son un terremoto de felicidad, y tus labios el epicentro que hace temblar toda mi vida.
Me gusta rozar con mis dedos el borde de tus labios, porque haciéndolo, tengo la sensación de estar trazando el contorno del mundo.
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