Noches cortas, donde el sol se quita y donde la luna cobra todo su protagonismo, son aquellas donde los mejores amantes se conocen y se envuelven uno en el otro como si se concocieran desde hace mucho tiempo.
El primer amor es sincero, transparente, directo, romántico, dar sin recibir nada a cambio, pasional, divertido, mágico, inseguro… Pero lo único que no es, es duradero.
Me sentí orgulloso de ser tú primer amor, porque así yo sería el que te enseñaría a disfrutar del afecto y de los sentimientos mutuos y te dejaría un recuerdo eterno.
Abrazarnos, cogernos de la mano, pasear tranquilos, escribirnos canciones, besarnos al atardecer... todas esas cosas tienen un color especial cuando se vive el primer amor de juventud.
El primer amor, el primer beso… Esos momentos deben guardarse en un lugar muy seguro de la memoria porque se trata de experiencias únicas y tan intensas que nos reconfortarán como el mejor calmante cuando la vida nos hiera irremediablemente.
A pesar de que los besos no serán definitivos, los besos del primer amor siempre serán los más dulces y sinceros. La edad envuelve todo de más distancia pero ese recuerdo es imborrable.
El primer amor es aquella relación que te permite dar lo mejor de ti sin ataduras. Sintiendo todo como si se paralizará el mundo y nada de esto se fuera a sentir nunca más alrededor.
Lo cierto es que el primer amor jamás se olvida y por ello el sentimiento que siempre llevarás guardado bajo llave en tu corazón. Si algún día te lo vuelves a encontrar después de mucho tiempo puedes estar segura la llave que cuelga de tu cuello volverá a tintinear.
Cuando él me dijo que sí, pensé que toda la energía que sentía se convertiría en un gran sol que permitiría que siempre mantuviéramos una llama especial entre los dos.
El primer amor es como la varicela: tras las altas fiebres se termina curando pero siempre, bajo las costras, nos queda la marca de algunas cicatrices.