Olvidar la funda de mis gafas sobre la mesa de ese bar ha sido el extravío más revelador de mi existencia...giré y ¡zas! Tú y mi funda, armonioso conjunto para una miope recién enamorada.
No hace falta que pases dos veces para darme cuenta de que en ti se esconden todas mis necesidades, en tu sonrisa se alzan las cosas más dulces, en tu mirada me esperan grandes proyectos y en solo un golpe de vista me has ganado por completo.
El amor a primera vista te corta de repente tu eje de emociones en dos y por un lado te encuentras con esa parte terrenal que te dirá que la vida no se mide en instantes tan cortos como para poder decidir y con la parte emocional que te dirá que hay trenes que solo pasan una vez en la vida.
Un calor inesperado, mejillas sonrosadas. Mis rodillas se aflojan y una risa tonta me respalda. Mi presión arterial se eleva y siento como me arrastra la euforia. Mi corazón se acelera y soy más que consciente de ser víctima de un flechazo.
Es la segunda vez que te veo y la segunda vez que vuelvo a pensar que eres única e irrepetible. No he podido dormir pensando en cual será el siguiente día que te encontraré. Eres perfecta por ser diferente.
No hay nada más intenso que hablar con una persona por primera vez y descubrir poco a poco que eres incapaz de dejar de pensar en ella desde el instante mismo en que la viste.
Sentada enredando mi pelo en mi dedo, sonriendo sin darme cuenta, mirándole sin pestañear, empiezo a ser consciente de que que daría mi vida por hacer eterno este efímero momento.
El amor a primera vista es un pestañeo, se encoge el corazón, se divierte el alma, toquetea al corazón y estruja el estómago que nos hace producir una sincera sonrisa y presentarnos a la persona que nos gustaría ver durante el resto de los días.
El amor a primera vista existe y se siente como un pinchazo profundo en las entrañas cuando te encuentras con una mirada por primera vez y sientes que el mundo se ha parado unos instantes.