Hay estaciones propicias para el amor: nuestros cuerpos cálidos en verano; los abrazos desnudos como árboles de otoño; el escalofrío de invierno en el estómago y el espejismo de perpetuidad que como primavera nos florece.
No hay insomnio más dulce que el del enamorado; ni falta de sueño más ansiada que por una noche de amor; ni desvelo más tierno que observar mientras duerme a quien se ama.
He llegado a la conclusión de que los idiomas resultan imprecisos y escasos para el amor, pues no hay palabra en el mundo que pueda expresar lo que te quiero.
Mi descuido y mi impuntualidad me han hecho perder muchos trenes en la vida. Por eso me siento tan dichoso de haber sido capaz de subir en la parada de tu corazón.