Frases de amor

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Frases de amor
Las rupturas se asemejan a las velas. Aunque no se consuman, aunque las apaguemos con total consciencia, no podremos evitar durante un tiempo el poso de calor que dejó la llama.
Aunque me abandones, aunque me dejes inmóvil en tu camino como un objeto roto y olvidado, hay algo de lo que no podrás desprenderte: el peso de la memoria.
El desamor, si uno lo piensa fríamente, se reduce a un puñado de adverbios temporales: "aún no estoy seguro", "es pronto para comprometernos", "volveremos a vernos algún día" y "ya te llamaré".
Aunque busco pretextos para negarlo y razones en tus actos para no verlo, en realidad sé que, lo único que pasará entre nosotros, es el tiempo.
La tristeza tiene ojos de búho y me desvela cada noche con tu recuerdo desde el mismo momento en que te fuiste.
Lo que me angustia no es que pasen los años y modifiquen la estructura de mi cuerpo. Es que tu yo pretérito no se acuerde de mí.
Cuando la serenidad de los años te permita buscar en la memoria los ecos del pasado, aquel cuerpo de amor sincero que te di ya no te estará esperando.
La soledad no es un estado de ánimo, es el espacio que quedó entre mi cuerpo y la puerta que cerraste cuando te fuiste.
Para decir adiós a quien se ama, no es suficiente el vaivén de las manos y los besos que inundan como lágrimas las estaciones. Es necesario dejar marchar con ese amor al propio cuerpo.
Quisiera escribirte unas letras de amor y despedida. Sin embargo, no encuentro palabras que expresen mejor cómo me siento que este folio en blanco.
Las personas celosas me recuerdan a los abogados. Tengan o no evidencia de los hechos, siempre terminan encontrando algún tipo de justificación.
Cuando me dicen que soy una persona celosa, no puedo evitar sonreír. Qué sabrán ellos acerca de la persona que me pertenece.
Mi mujer, aun maniática, aun mandona, aun inquisitiva, aun displicente a ratos, sigue siendo la única persona en el mundo que puede salvarme de los fantasmas del tiempo y la soledad.
Las mujeres con pasado suelen ser las más recomendables. En el amor, la experiencia y el error suelen ser garantía de futuro.
Si los hombres supieran comprender cómo funciona el cerebro, la sensualidad y el instinto de una mujer, dejarían de ser hombres.
Si algún día tropiezas y tus rodillas dan de bruces contra el suelo, no extiendas tu mano hacia tu novia para pedir su ayuda. Yo llevo casado desde entonces.
Si el tiempo fuese cíclico y me devolviese, por ejemplo, a mis quince años, no estaría triste ni feliz, tan solo ocioso, pues tendría que esperar otros diez años a que llegara mi mujer.
El matrimonio nunca ha sido una cuestión de principios, sino de finales.
No puede haber nada más triste que una despedida no deseada.
No te despidas de mí aun, no lo hagas. Lejos, donde quiera que vayas, mi alma seguirá junto a ti.
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