Ayer me di cuenta de que han talado aquel árbol en el que, nuestros nombres surcados por un corazón con flecha, pensaban que serían eternos en un mutuo destino.
No puedo prometerte amor eterno cuando no sé, siquiera, qué pasará mañana. Pero sí puedo asegurarte que, pase lo que pase, día a día te querré eternamente.
Los amores a distancia son como los globos de fuego: al principio los vemos alejarse en el viento con romanticismo y nostalgia pero al poco tiempo se terminan apagando.