Frases de amor

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Frases de amor
Hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer son dos pasiones no sólo distintas sino casi contradictorias.
Una mujer gana siempre, si no es con el trabajo, será con la maternidad o el amor.
Las mujeres prefieren a los hombres silenciosos. Piensan que las están escuchando.
¡Un océano pletórico! Eso es una fea. ¡Ámala, y verás! ¡Tendrás amor de sobra, amor de todas clases, amor a toda prueba!.
Amar a las mujeres inteligentes es un placer homosexual.
El amor del hombre es algo aparte de su vida mientras que el de la mujer es su existencia entera.
No hables mal de las mujeres: la más humilde, te digo que es digna de estimación, porque, al fin, de ellas nacimos.
Lo que una mujer diga a su amante conviene escribirlo en el viento y las aguas.
Ésa es natural condición de mujeres - dijo don Quijote-: desdeñar a quien las quiere y amar a quien las aborrece.
Una mujer puede llegar a ser amiga de un hombre, sólo en las siguientes etapas: primero conocerle, luego ser su amante, y sólo entonces ser su amiga.
Ella bebe como una mujer, si lo hace ella hace el amor como una mujer, si, lo hace y ella sufre como una mujer pero de repente es como una niña pequeña.
La mujer que gusta domar caballos, despídase de enamorar corazones: toda acción de fuerza es extraña en ellas, y en tanto son amables, en cuanto nos parecen débiles.
Lo que defiende a las mujeres es que piensan que todos los hombres son iguales, mientras que lo que pierde a los hombres es que creen que todas las mujeres son diferentes.
Para que a una mujer le parezca interesante cualquier hombre, basta con que lleve una temporada durmiendo sola.
Un hombre sólo es tan viejo como la mujer que ama.
El adulterio lleva mucho trabajo.
Sólo cuando el hombre y la mujer, instalados cada uno en su sexo, se proyectan el uno hacia la otra y juntos hacia su doble vocación personal, es posible que se hagan mutuamente transparentes.
No hay piropo que valga tanto para una mujer como saber que un hombre se muere por ella. Sobre todo si se muere sin esperanzas.
Tanto las que acceden como las que rehúsan, gustan de ser solicitadas.
¡Y después, una vez que han empezado, ellas no tienen nada que perder! Marius, el honor, es como las cerillas: no sirve más que una vez...
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