Ayer me di cuenta de que han talado aquel árbol en el que, nuestros nombres surcados por un corazón con flecha, pensaban que serían eternos en un mutuo destino.
No puedo prometerte amor eterno cuando no sé, siquiera, qué pasará mañana. Pero sí puedo asegurarte que, pase lo que pase, día a día te querré eternamente.
El amor eterno siempre será una incógnita. Quien lo experimentó jamás podrá contarlo. Sin embargo, me encantaría encontrarte cuando deje este mundo para entrar a ese otro donde todo es más ligero y más sencillo.
Ojalá el amor eterno exista porque en esta vida todo nos ha resultado demasiado complicado para estar juntos. Si la justicia existe, allá donde se vaya después de la muerte nos habremos de encontrar.
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.