Frases de amor

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Frases de amor
La mayoría de las mujeres son viudas, al día siguiente de su matrimonio, de la ilusión que se habían forjado.
El matrimonio es el único tema donde todas las mujeres están de acuerdo y todos los hombres en desacuerdo.
Cásate; si por casualidad das con una buena mujer, serás feliz; si no, te volverás filósofo, lo que siempre es útil para un hombre.
Ningún hombre está verdaderamente casado hasta que comprenda todas las palabras que su mujer no dice.
El matrimonio es el estado más natural del hombre y, por consiguiente, el estado en que es más probable que encontremos una felicidad perenne.
El amor es algo ideal, el matrimonio, algo real; confundir lo ideal con lo real nunca queda impune.
Las mujeres y los hombres no deberían casarse, porque el amor es como las estaciones: viene y va.
En el amor, no se trata de contar los años que estamos juntos, sino de hacer que la felicidad que nos han dado, hable por si misma.
Cuando uno lee y valora las estadísticas, pronto llega a la conclusión de que el matrimonio no lo inventó el Estado ni la Iglesia, sino los abogados.
Siempre tuve una visión pragmática del matrimonio, hasta que me divorcié y tuve que pagar tres coches, un psicólogo y dos hipotecas.
No hay lazo de papel que me una a ti, no hay alianza dorada que me amarre a ti...yo a mi corazón lo dejo libre, loco y pasional.
Locos, deben estar locos, la burocracia y el amor son dos disciplinas incompatibles.
Un día decidí unirme a ti, hice una fiesta llena de amor y la fragancia azahar de aquel día perdura aún en ti.
Caminé de la mano junto a ti, una alfombra floral acariciaba la suave piel de tus pies descalzos, ceremoniosa entrega de amor que iluminó para siempre mi vida.
Si algún día tropiezas y tus rodillas dan de bruces contra el suelo, no extiendas tu mano hacia tu novia para pedir su ayuda. Yo llevo casado desde entonces.
Si el tiempo fuese cíclico y me devolviese, por ejemplo, a mis quince años, no estaría triste ni feliz, tan solo ocioso, pues tendría que esperar otros diez años a que llegara mi mujer.
El matrimonio nunca ha sido una cuestión de principios, sino de finales.
La vida conyugal es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde.
Casarse y divorciarse es solo una cuestión de hacer papeles. Poder convivir y amarse durante toda la vida, es cuestión de no perderlos.
Casarse y montar un puzle no son actos tan distintos: en ambos la finalidad estriba en encontrar la pieza que mejor encaje.
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