Hay lugares dispuestos en el mundo para el amor: los bancos de los parques, los portales vacíos, la frialdad de las escaleras… A veces, sonriendo, me pregunto en qué lugar, en qué banco, portal o escalera me estarás esperando.
Hay estaciones propicias para el amor: nuestros cuerpos cálidos en verano; los abrazos desnudos como árboles de otoño; el escalofrío de invierno en el estómago y el espejismo de perpetuidad que como primavera nos florece.
Para decir adiós a quien se ama, no es suficiente el vaivén de las manos y los besos que inundan como lágrimas las estaciones. Es necesario dejar marchar con ese amor al propio cuerpo.
La ilusión de un amor de juventud es similar a la de tener un globo de helio. Aunque uno sabe que terminará perdiendo la chispa, el gas y la fuerza, en el fondo alberga la esperanza de la infinita perdurabilidad.