El primer amor es como la varicela: tras las altas fiebres se termina curando pero siempre, bajo las costras, nos queda la marca de algunas cicatrices.
Ayer me di cuenta de que han talado aquel árbol en el que, nuestros nombres surcados por un corazón con flecha, pensaban que serían eternos en un mutuo destino.
Cuando tocas por primera vez a la persona que quieres, hueles en ella todos los colores y sientes todas las melodías. Es el momento de conexión más perfecto.