Tu boca ilumina mi vida y con cada palabra que dices construyes mi camino. No me lo pongas más difícil y dame una respuesta, que quiero vivir contigo el resto de mis días.
Estoy esperando que se abra la puerta de tu corazón que siempre me tiene a la espera. Que duro es no ver las ventanas que dan aire, ni otras puertas que ya están abiertas y me extienden los brazos con calma.
Cuando escucho tu nombre mi corazón palpita sin parar con la ilusión de que detrás del sonido venga tu imagen y podamos vernos un día más. Porque si la vida quiere que estés en mi destino algún día estaremos juntos y te diré todo lo que he pasado al oído.
Mi vida es como un río a contracorriente, porque he elegido quererte sin ser correspondido. Sin embargo, como el agua cristalina espero que algún día veas a través de mis ojos la claridad de mi amor y lo que he luchado por ti.
No quiero que la amistad me cure las heridas que este amor que no llega me está dejando. No quiero que seas mi amiga y me des tu consuelo porque me duele más eso que esperarte a lo largo de la vida entera.
Me pregunto todas las noches que es lo que me falta para conquistarte, que necesitas para que mi amor sea correspondido. Pídeme lo que quieras y te lo daré el sol, la luna y las estrellas si es preciso.
Mi tristeza se palpa en todos los rincones de mi casa y del aire que respiro y me rodea. La tristeza que ha surgido al saber que nada de mí alrededor cambiará porque nos hemos deshecho de todo lo nuestro y ya la casa está vacía igual que mi corazón.
No te digo un adiós definitivo porque aún hoy me da miedo que esta despedida sea un error, porque tengo miedo a que venga el recuerdo de alguno de tus besos y porque me duele el corazón si él ve que tu imagen se aleja para siempre.
Solo me queda esperar al olvido que traerá de nuevo la bienvenida a un nuevo amor que me pueda dar todo aquello que tú no me diste y aquello que me quitaste cuando te marchaste.