La vida mejoró a tu lado desde el primer día que hablamos y ahora solo espero que la puedas hacer inmejorable correspondiendo mi amor en esta tarde de verano.
Crearé momentos en nuestro día a día que nos ayudarán a besarnos, abrazarnos, contemplarnos, hablarnos, creernos, escucharnos y a compartir todo aquello que hará que seamos más fuertes y nuestro amor se haga eterno.
Mis ojos solo le cuentan a mi corazón cómo te han visto hoy, de lo perfecto que ha sido nuestro encuentro y de cómo cuando dos personas se quieren en igualdad de condiciones, el amor fluye solo.
No te digo un adiós definitivo porque aún hoy me da miedo que esta despedida sea un error, porque tengo miedo a que venga el recuerdo de alguno de tus besos y porque me duele el corazón si él ve que tu imagen se aleja para siempre.
En el fondo la distancia reforzará nuestra relación porque en ocasiones la cercanía y las prisas no permiten valorar que el paisaje que supone el recorrido de nuestro amor, tiene muchos matices que lo hacen especial día a día.
Siéntate en ese banco y deja pasar el tiempo. Mientras piensas en ella la brisa será más suave, la luz del atardecer será la más bella y el tiempo se detendrá ante tus ojos.
Cuando me atreví a su susurrar el primer te quiero, ya no estabas junto a mí para escucharlo. Desde aquel día, sigo susurrándoselo al viento con la torpe ilusión de que lo oigas.
Las veces que en silencio veo como te besas con otra, un puñal se clava en mi pecho cual dardo certero en la diana, siento que no voy a poder continuar queriéndote en secreto pero no quiero perderte y al final siempre acabo prefiriendo tenerte aunque sea entre las sombras.