El primer amor nos hace sentir tan especiales que es incomparable. Mil mares no dejan la arena limpia de esos tiernos besos, de esos largos paseos y del sentir de que el mundo está en la mano de aquel que por primera vez nos mira.
Estar enamorado es descubrir cómo de importantes podemos llegar a ser para alguien, por eso un beso del primer amor puede ser un beso eterno y no ser solo el primero.
El primer amor es locura, ingenuidad, pasión, confianza, inseguridad, entrega, soñar, sentir, caricias, abrazos, melancolía... en fugaces instantes que nos gustaría convertir en eternos.
El primer amor nunca se olvida simplemente porque no es posible borrar de la mente una tormenta de emociones que nos hace elevarnos por encima de todo lo que creíamos saber.
Noches cortas, donde el sol se quita y donde la luna cobra todo su protagonismo, son aquellas donde los mejores amantes se conocen y se envuelven uno en el otro como si se concocieran desde hace mucho tiempo.
Cogidos de la mano, paseando por el mar, con el viento en la cara, saboreando helados y besos. Tumbados en la arena cálida y sintiendo que no hay más tiempo que el ahora, ni más mañana que en este preciso instante. Esa es la felicidad que traen los amores de verano.
El amor de verano es aquella pasión que parece que no vamos a olvidar nunca pero cuya fecha de caducidad llegará con los primeros vientos de septiembre.