Solo es un segundo el que me atrevo a pedirte que me desees, después seguiré soñando contigo pensando que alguien tan maravilloso como tú con solo que me dedique un segundo ya me hace feliz.
Aunque me digas que no sé quererte de la forma que me pides siempre te querré sin medida, sin filtro, sin pudor, sin temor, con ganas, sin miedo y asumiendo el riesgo.
Ayer sentí que mi vida solo pasaba por ti, que me hacías feliz y que bailábamos nuestra canción hasta que ésta dejaba de existir de tanto repetirla unidos en un vaivén de complicidad que demostraba que estamos hechos el uno para el otro.
Es nuestra hora. Un momento para quedarnos sin palabras, para ser sinceros, para agotar los cartuchos, para no pensar en si se acaba algún día este tiempo.
No sé si la felicidad está descrita en algún libro, pero yo sí puedo añadir a cualquier texto que esto que sentimos el uno por el otro describe a la perfección todo aquello que se puede llamar amor.
El amanecer se hace muy largo si cuento los minutos que faltan para que llegue un nuevo día para poder verte pero me quedo despierto sabiendo que mereces la pena aunque solo nos crucemos un instante.
Desde el primer día me quedé exhausto pensando en el esfuerzo que tendría que hacer para pasar el resto de mi vida con alguien tan especial como tú. Pero al final todo eso ha merecido la pena y soy feliz mientras mis labios sonríen por ello.
Cada vez que te veo pasar algo en mí se ilumina. No sé si es tu sonrisa, tu mirada o lo que emana de tu piel, pero siento que soy incapaz de pasar sin ti ni un solo instante.
Cada vez que me miras lo haces como si descubrieras por primera vez algo maravilloso en mí aunque ya me hayas visto cientos de veces. Y entonces tengo la certeza de que me amas.