El matrimonio es un combate a ultranza, antes del cual los esposos piden la bendición de Dios, porque amarse para siempre es la más temeraria de las empresas.
Cuando un hombre dice a una mujer que la ama, ella, por poco sólidas que le parezcan las bases de este sentimiento, sin razonarlo, se siente impulsada a tomarlo por verdadero, lo cree siempre.
El verdadero amor es eterno, infinito. El aspecto puede cambiar, pero no la esencia. Es equilibrado y puro, sin manifestaciones violentas: se tiene los cabellos blancos y se es siempre joven en el corazón.