Frases románticas

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Frases románticas
Amor es rey que iguala con justa ley la seda con el sayal.
El amor no tiene medida para el tiempo, germina y florece en una hora feliz.
Suele ser una de las señas de amor que el amante refrene su lengua y niegue estar enamorado cuando se lo preguntan.
Todas las cosas del mundo se pueden imitar y falsificar, menos el amor: el amor no se puede robar, ni imitar, vive sólo en el corazón que sabe entregarse totalmente. Esta es la fuente de todo arte.
La condición del amante tiene la mitad del diamante: en el durar y en el resistir.
Jamás he visto querer hombres que andan ocupados: los que están enamorados es que no tienen que hacer.
Todo aquello en lo que ponemos amor es algo que supravaloramos y por eso de vez en cuando exige también contradicción y crítica, porque vivo y valioso sólo lo es el amor, no el objeto en el que lo colocamos.
El amor jamás reclama; da siempre. El amor tolera, jamás se irrita, nunca se venga.
Nunca te olvides de sonreír porque el día que no sonrías será un día perdido.
Que el amor es un tributo y una deuda natural en cuantos viven igual, desde el ángel hasta el bruto.
Es imposible el amor al prójimo sin amarse a uno mismo. El odio a uno mismo es exactamente igual que el egoísmo desaforado y al final produce el mismo aislamiento espantoso y la misma desesperación.
Ciego amor entre tus penas nunca más me quiero ver; que eres pródigo en dar penas, muy ávaro en dar placer.
La ternura es el reposo de la pasión.
La medida del amor es amar sin medida.
Es curioso que muchas veces amar a otro es amar ciertas cualidades que pueden perderse. Nunca se ama a la persona; se aman las cualidades.
El amor sin ternura es puro afán de dominio y de autoafirmación hasta lo destructivo. La ternura sin amor es sensiblería blanda incapaz de crear nada.
La vida puede cambiar, pero no desaparecer la esperanza desvanecerse, pero no morir la verdad estar oculta, pero todavía arde el amor rechazado - pero de nuevo retorna.
Lo que se hace por amor se hace siempre más allá del bien y del mal.
Porque al igual que el amor os regala, así os crucifica. Porque así como os hace prosperar, así os ciega.
El amor coge al corazón desprevenido; nunca llega a la hora de la cita.
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