El amanecer se hace muy largo si cuento los minutos que faltan para que llegue un nuevo día para poder verte pero me quedo despierto sabiendo que mereces la pena aunque solo nos crucemos un instante.
Siéntate en ese banco y deja pasar el tiempo. Mientras piensas en ella la brisa será más suave, la luz del atardecer será la más bella y el tiempo se detendrá ante tus ojos.
No sé si la felicidad está descrita en algún libro, pero yo sí puedo añadir a cualquier texto que esto que sentimos el uno por el otro describe a la perfección todo aquello que se puede llamar amor.
Desde el primer día me quedé exhausto pensando en el esfuerzo que tendría que hacer para pasar el resto de mi vida con alguien tan especial como tú. Pero al final todo eso ha merecido la pena y soy feliz mientras mis labios sonríen por ello.
Aunque me digas que no sé quererte de la forma que me pides siempre te querré sin medida, sin filtro, sin pudor, sin temor, con ganas, sin miedo y asumiendo el riesgo.
Si crees que lo nuestro no funciona no voy a molestarte, pero si quiero que sepas antes de que me olvides, que no habrá hombre que te sueñe, te sienta y te desee como lo hago yo en este preciso momento.
Es nuestra hora. Un momento para quedarnos sin palabras, para ser sinceros, para agotar los cartuchos, para no pensar en si se acaba algún día este tiempo.
Es posible que algún día se apague la luz del Sol, o que los ríos dejen de emanar agua. Puede suceder que se acabe la vida, lo que no se extinguirá jamás es el amor verdadero.
En la lejanía de unos escasos milímetros calculo la cantidad de amor que siento por ti y reniego de mi mente matemática...hay cantidades que superan la razón.