Las cosas existen sólo si hay alguien, un interlocutor o un testigo, que nos permita recordar que alguna vez fueron ciertas. Por eso él decía que la peor desdicha de un amante no es perder el amor, sino quedarse solo con su memoria.
¿Por qué besar tus labios, si se sabe que la muerte está próxima,
si se sabe que amar es sólo olvidar la vida,
cerrar los ojos al oscuro presente
para abrirlos a los radiantes limites de un cuerpo?.
El día que la acaricié sentada sobre mis rodillas
y se vió reflejada en mis pupilas,
me besó entre risas en los ojos;
pero no besó en ellos sino su imagen.
No son nube ni flor los que enamoran; eres tú, corazón, triste o dichoso, ya del dolor y del placer el árbitro quien seca el mar y hace habitable el polo.