Tardé tanto en decirte que sí porque no creía poder amarte. Pensé que serías pasajero y ahora me doy cuenta de que necesitaría una vida entera para dejarte.
Podría inventarte mil historias o contarte lo que imagina mi mente, pero no desvelaré nunca lo que siento al quererte, porque si lo hiciese ya no temerías que dejase de amarte.
Si no existiese la palabra amor, debería de inventar la forma de quererte con otro nombre. Intentaría que se me recordase al olor de tu pelo y a la suavidad de tu voz que desvanece mi alma en tus brazos.
Yo no busco un amor ardiente, ni impetuoso, ni frenético. No es que menosprecie la pasión, es que aspiro a la perpetuidad que suele albergar el amor sereno y entregado.
Me gustaría hacer regresar el tiempo por no haberte querido como lo hice, pero también me gustaría que regresara para que me amaras como nunca lo hiciste.
Del árbol nace la rama, de la rama nace la flor, dime tú querida amiga, ¿cómo nace el amor?... El amor nace de una mirada, crece de una ilusión, se mantiene de besos y abrazos y muere de una traición.