Me gustaría saber qué pasó, qué hicimos mal y por qué todo esto se acabó cuando aún quedaba amor. Pero ahora ya es tarde y nuestros besos se quedaron en el pasado.
Me quedo con lo bueno vivido, ignoro lo malo. A cambio sólo te pido que desaparezcas de mi vida con la misma facilidad con la que traicionaste mis sentimientos.
No se trata de enseñar qué está bien o qué está mal. Cuando uno ama de verdad todo el sentido común nos viene de repente y sentimos que no es necesaria la experiencia para saber cómo actuar ante un beso o ante una lágrima.
Tal vez algún día entiendas que el amor no se puede manejar como si de un juguete se tratara: el sólo se desvanece cuando no encuentra espacio para seguir creciendo en libertad.
Aunque me abandones, aunque me dejes inmóvil en tu camino como un objeto roto y olvidado, hay algo de lo que no podrás desprenderte: el peso de la memoria.
Cuando necesitas experiencia para saber cómo reaccionar ante un beso, una caricia o un abrazo, es probable que lo que sientas pueda llevar cualquier nombre menos el de amor.
El amor se muestra constante incluso en sus peores momentos: progresivamente nos va cegando y progresivamente también se va pudriendo en nuestro interior cuando no encuentra con qué seguir creciendo.