El primer amor es locura, ingenuidad, pasión, confianza, inseguridad, entrega, soñar, sentir, caricias, abrazos, melancolía... en fugaces instantes que nos gustaría convertir en eternos.
El primer amor nunca se olvida simplemente porque no es posible borrar de la mente una tormenta de emociones que nos hace elevarnos por encima de todo lo que creíamos saber.
El primer amor suele ser el más inmaduro de todos, no por la poca premeditación o picardía, sino porque aún albergamos un corazón no endurecido por el desengaño.
Los amores de juventud suelen conocer la geografía de lo inhabitado: no hay ninguno que no haya buscado un parque, un portal vacío o un recóndito lugar donde esconderse.
No hay estrellas en el cielo, ni flores en el campo que puedan dibujar la belleza que sentí cuando me diste el primer beso. Extendí el puente de los sueños para empezar a crear algo que durara para siempre, puente que me unirá para siempre a mi primer amor.
Estar enamorado es descubrir cómo de importantes podemos llegar a ser para alguien, por eso un beso del primer amor puede ser un beso eterno y no ser solo el primero.