Frases de Antonio Val

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Frases de Antonio Val
Desde que te fuiste, la palabra soledad tiene tantas sílabas como días llevo sin poder verte.
Cuando quise darme cuenta, lo único que quedaba entre nosotros era la pesada y triste sombra del desengaño.
Cuando me abandonaste quise deshacerme de todos nuestros buenos recuerdos, pero pronto caí en la cuenta de que no existen recipientes tan grandes para guardarlos ni llamas tan altas para quemarlos.
El amor no es ciego pero, cuando un amante nos traiciona, el tiempo nos hace ver que sí teníamos los ojos vendados.
El amor, como una vela, cuando se apaga deja en nuestro corazón un poso caliente que también quema.
Las rupturas son como las picaduras de abeja: al principio duelen a rabiar, luego dejan un molesto escozor y con el tiempo solo queda el recuerdo del lugar donde estuvo clavado el aguijón.
La diferencia entre una separación y un divorcio es que el primero es un asunto de dudas y el segundo un tema de deudas.
Pocas cosas tienen menos sentido que dos personas que se quieren y no llegan a estar juntas por no hacer frente a sus miedos y a sus circunstancias.
Cuando me miras, sé que la mitad de dos no es uno, sino que el verdadero resultado es la palabra soledad.
Hay dos maneras de superar una ruptura, encerrándose en uno mismo o abriéndose al mundo. En los dos casos se está igual de solo.
Los matrimonios son como los coches, si quieres que duren, debes pasar sus revisiones y sustituir sus piezas viejas cada cierto tiempo.
Me gusta pasear por los lugares que juntos recorrimos, porque, de alguna manera, me devuelven el calor de los días felices.
Un corazón roto es como un oso pardo: necesita su letargo invernal para renacer con fuerza al llegar la primavera.
Cuando escucho que el matrimonio es como una cárcel siempre pienso que están equivocados. Porque estar lejos de ti es mi única condena.
El matrimonio es cosa de dos pero, cuando termina por aburrimiento e infidelidades, a menudo suele ser cosa de cuatro.
Lo único eterno en nuestro amor son las interminables horas que llevo esperando  un gesto que me haga pensar que aún me quieres.
Besarte es como hacer deporte durante varias horas: al despedirnos, siempre me quedan agujetas en el alma.
A la larga, las rupturas más dolorosas no son las que se producen de manera abrupta, sino aquellas que se gestan durante mucho tiempo.
Cuando era joven solía pronunciar "te quieros" sin pensarlo demasiado. Ahora medito tanto estas palabras que a menudo las pronuncio cuando ya es demasiado tarde.
El amor, a veces, nos paraliza hasta tal punto, que no somos capaces de verbalizar nuestros sentimientos por miedo a que resulten heridos.
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